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Sólo la Sanidad Pública garantiza la equidad

Por Damián Cumbres, secretario general de SATSE Extremadura.(Artículo de opinión publicado en el Diario HOY del 26 de Febrero de 2013)

Pensábamos que nunca tendríamos necesidad de verlo. En pleno siglo XXI, y después de tantos esfuerzos, era impensable que fuese necesario tener que salir a la calle a reivindicar el derecho a una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad (sufragada con nuestros impuestos). Solo 25 años nos ha durado la ilusión del logro conseguido con la Ley General de Sanidad, que garantizaba todo esto a la sociedad española.

¿Nuestro problema? Que no nos hemos preocupado de proteger el bien más apreciado por cualquier ciudadano, el derecho a la salud.

Nunca hubiéramos imaginado que se tuviera que presentar en la Asamblea de Extremadura una propuesta de Ley para la defensa de la sanidad pública, y “blindarla” para que, con la escusa de la crisis y en vez de fijar la vista en otros ámbitos que son verdaderos “agujeros negros”, nuestros políticos decidan poner la sanidad en manos privadas, con la excusa de que es mejor para todos.

Impidamos que unos pocos se lucren a costa del resto de los ciudadanos. En unos días vamos a conocer si los distintos grupos políticos apuestan por el mantenimiento de un sistema sanitario público que históricamente ha dado buenos resultados o lo hacen por el mercantilismo, donde el éxito o el fracaso se mide en términos económicos.

Es bueno recordar que el Sistema Sanitario Público Extremeño ha dado un salto cualitativo espectacular en los últimos años, que no debemos despreciar ni tampoco olvidar. En nuestros hospitales y centros sanitarios se investiga, y bien, somos pioneros en técnicas sanitarias y nuestros profesionales, tanto enfermeros como del resto de colectivos asistenciales, están considerados de los mejores de Europa.

Y todo ello, no hay que olvidarlo, gracias a que gozamos de un sistema de protección público. Si tuviéramos un sistema donde la iniciativa fuera mayoritariamente privada muchos de nuestros pueblos y comarcas se encontrarían sin centros de salud, sin ambulatorios u hospitales. Simplemente por el hecho de no ser áreas sanitarias rentables económicamente.

Ahí radica la dicotomía entre lo público y lo privado. Nadie cuestiona, al menos nadie en el Sindicato de Enfermería, que, por ejemplo, las Urgencias –tanto hospitalarias como en los centros de salud– deben estar alerta las 24 horas del día y dotadas de los medios técnicos y humanos necesarios para ser operativas. Creemos que nadie debe cuestionarlo por la simple razón de que hablamos de vidas humanas que, al menos para nosotros, no tienen valor económico.

Cuando se habla de Sanidad Pública o de la Privada esa misma idea, la carencia de valor económico, debería ser su eje central del debate aunque la realidad es que muchos afirman que lo público es sinónimo de ineficiencia y lo privado de lo contrario. ¿Sanidad Pública ineficiente? ¿Por qué? En todo caso serán los gestores –esos que los partidos políticos ponen a dedo para pagar apoyos partidarios o por simple amiguismo– los que no saben llevar las cuentas públicas. El problema es que muchos piensan que lo público no es de nadie, y se puede malgastar, y que lo privado tiene dueño.

Lo público, si tiene dueño, los ciudadanos, y son ellos a los que deberían rendirles cuentas los gestores de nuestra Sanidad. El problema es que nadie las rinde. Si gestiono mal, no pasa nada. Si hago quebrar la calidad sanitaria de un hospital o éste se ve obligado a cerrar unidades hospitalarias por las deudas contraídas, no pasa nada. A lo sumo, una líneas en un periódico o un comentario en radio o televisión durante unos días. Hacerlo mal, gestionar mal un bien de todos es inocuo, nadie sale perjudicado y a nadie se le piden responsabilidades. Nadie va a la cárcel o es encausado por ello.

En lo privado es distinto. El principal interesado en que todo salga bien, en que se gane dinero es el accionista. El resto importa más o menos, dependiendo de la moral de cada uno pero lo que importa, lo verdaderamente necesario, es que dé dinero. Si hay usuarios que no pueden pagarlo, no pasa nada. Si una intervención quirúrgica no puede llevarse a cabo, tampoco. Los “procesos crónicos”, los que verdaderamente cuestan dinero al sistema sanitario, los derivarán a la sanidad pública, para que sea ella quién los asuma y no distorsionen sus estadísticas. Lo importante es que las cuentas cuadren, que haya beneficios. El dinero lo es todo aunque para nosotros la vida de un extremeño no tenga precio.

Desde el Sindicato de Enfermería hemos repetido en numerosas ocasiones, casi siempre que nos dan la oportunidad, que ineficiencia no debe ser sinónimo de público. Lo que sí debe ser sinónimo de público es justicia, responsabilidad, solidaridad,… palabras que, lamentablemente, algunos defensores de la iniciativa privada en Sanidad consideran más cerca de una ONG que de otra cosa.

Otros afirman que la Sanidad Privada es la única que está bien gestionada. Si por bien gestionada entienden obtener beneficios a costa de los demás, lo comprendemos. Pero ¿Si la Sanidad Pública es tan deficitaria por qué todos quieren hacerse cargo de ella? ¿No será, simplemente, que está mal dirigida, que aquellos que colocan a dedo a gerentes y altos cargos de la Consejería, lo hacen no buscando al mejor gestor sino al más amigo?

Los extremeños apostamos por una Sanidad Pública, pero bien gestionada, donde todos los ciudadanos –no sólo los que económicamente puedan– dispongan de los mismos derechos y de las mismas obligaciones ya que lo público, para nosotros sí tiene dueño, los habitantes de Extremadura, y son a ellos a los que deben rendirles cuentas nuestros representantes en la Asamblea.